Monday, April 21, 2008

ENTORNO

Los asistentes observando la instalación.....
El foto-performance antes de retirar la pieza fue desarrollado con la participación de los asistentes.
Marilú es una artista preocupada por el deterioro del planeta,
entre sus actividades están acciones en organizaciones no gubernamentales que
apoyan eventos para cuidad nuestra tierra. Su instalación ha sido hecha con
cabello humano, armando una gran red de materia deshechale con restos "humanos"
como bien menciona Miguel González Virgen en el texto curatorial.
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2 comments:

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Reseña de exposición Entorno de Marilú Ríos.

La exposición constó de tres partes: comenzó en el CCF1116
con la instalación de la red de cabellos humanos que representa: la fuerza de la individualidad en la colectividad y 70 impresiones de la foto: "conciencia colectiva en gestación" que fueron regaladas a los asistentes. Posteriormente,
se realizó un performance con los asistentes en donde se desmontó la instalación y se desplazó por las calles del centro (donde hubo mucho interés e interacción con la obra por la gente que transitaba las calles). La red de cabellos se montó entre los participantes del performance en el café 16mm; donde también estuvieron expuestas fotografías de la artistas (generadas a partir de pulsiones de vida y de muerte) y esculturas de indigentes elaboradas a partir de materiales de desecho.
La exposición permanecerá hasta el domingo 27 de abril en el café 16mm (Serafín Peña 1546 entre Matamoros y Padre Mier).
Más información sobre el trabajo de la artista en: http://arteperformero.blogspot.com

www.mariluriosprocess.weebly.com said...

Anexo el texto curatorial que Miguel Gonzáles Virgen realizó acerca de la exposición Etorno.

Marilú Ríos

El exceso de bienes y su desperdicio, condiciones que caracterizan mejor que ninguna otra a nuestra época de desarrollo globalizado, son sin embargo condiciones cuyas consecuencias las sociedades contemporáneas continúan negándose a aceptar. Y si bien estos excesos de desperdicios tienen su mayor impacto visible en el medio ambiente, urbano o rural, en el que habitamos, en realidad su mayor impacto sucede al interior de cada uno de nosotros.

En efecto, el desperdicio que continuamente desechamos con poca conciencia, en realidad refleja formas específicas e individuales de relacionarnos con la naturaleza interior propia. El desprendernos fácilmente de cosas que nos han sido útiles, de considerar todos los objetos que utilizamos como un material vacío de significados que no tienen ninguna relación personal con nuestro ser, evidencia—y provoca a la vez—una forma interior del desperdicio y abuso de nuestras emociones. Es el resultado de un proceso por el que las personas consideramos nuestros impulsos y nuestros deseos como necesidades que pueden ser satisfechas siempre momentáneamente y de forma efímera, obviando de esa forma las necesidades más directas de relacionarnos coherentemente con los sentidos de permanencia, cohesión y tranquilidad de nuestra propia naturaleza interior e inconsciente. Los desperdicios que tiramos despreocupadamente son, en otras palabras, el reflejo del desperdicio continuo de nuestros sentimientos.

Esta relación entre el desperdicio material y visible, y el desperdicio emocional y personal—mucho menos visible—que caracteriza a los miembros de nuestras sociedades, es el foco de interés de Marilú Ríos. Su obra, a diferencia de lo que puede aparecer en una primera impresión, no es lo que pudiéramos llamar simplemente “ambientalista”, en el sentido de aquella obra artística enfocada a generar una conciencia social sobre el daño que la sociedad genera al medio ambiente. El interés de Marilú es más amplio, pues explora esa relación entre el desperdicio material y el desperdicio emocional de cada uno de nosotros. Y si bien su trabajo puede tener una función “ambientalista” también, en realidad Marilú está más interesada en documentar las evidencias personales de cada una de estas catástrofes personales.

Es en este sentido que Marilú es verdaderamente una artista, ya que su trabajo es el de un ser humano que contempla con horror y fascinación a la vez, las terribles contradicciones—y a vez inclusive la estética—del “vivir sin cuidado” de las personas que le rodean. Cuando Marilú fotografía personas desamparadas, los homeless urbanos, ella no pretende salvarlos o generar un moviendo de apoyo para ellos. Su interés primordial radica en descubrir las condiciones personales de cada uno de esos individuos que le han llevado a aceptar ese estado de basura personal, así como también descubrir los mecanismos por los que la sociedad misma acepta y se desentiende de tales seres humanos.

Creo que de aquí se desprende el gran valor de la obra de Marilú: el mostrarnos, sin afanes revolucionarios o vindicatorios, el gran espectáculo de una sociedad que ha incorporado toda forma de desperdicio emocional como una forma natural de la vida.

Miguel A. González Virgen